yesica noguera

El cuerpo de Yésica Noguera estuvo entre tres y cinco días en una heladera en la orilla del Arroyo del Rey, en Lomas de Zamora. Lo encontró un vecino que recorría la zona en busca de chatarra y cobre para vender. Los forenses confirmaron la identidad una semana después a partir de la reconstrucción de las huellas dactilares porque el cuerpo estaba en un avanzado estado de descomposición. Desde ese día la familia comenzó el camino en busca de justicia: hicieron volanteadas, convocaron marchas frente a los Tribunales de Lomas de Zamora y visitaron despachos judiciales donde les negaron información. Ahora organizaron una rifa solidaria para juntar dinero para pagar un abogado y tener acceso a la causa.

La familia se enteró de la muerte de Yésica una semana después del hallazgo del cuerpo. Un policía golpeó la puerta de la casa del padre para avisarle que había fuertes sospechas de que el cuerpo que habían encontrado en una heladera en el arroyo era el de su hija.

El cuerpo había estado semisumergido varios días. El contacto con el agua había acelerado el proceso de putrefacción. Antonio Cardozo, el tío de Yésica, reconoció a su sobrina en la morgue por un piercing en el ombligo, unas calzas y una musculosa negra. Los forenses confirmaron científicamente la identidad luego de reconstruir las huellas dactilares. La autopsia estableció la data de muerte entre tres y cinco días antes del hallazgo pero no pudieron determinar la causa ni detectaron lesiones visibles.

Una vez identificado el cadáver todas las pistas apuntaron a la pareja de Yésica, Miguel Damián Ortiz, con quien compartía la casa desde hacía nueve meses. Varios vecinos del barrio contaron que unos días antes había estado buscando una camioneta o un colectivo para transportar un objeto grande y pesado. Los investigadores creen que el hombre la asesinó en su casa, escondió el cuerpo en la heladera y la lanzó desde el puente que atraviesa el Arroyo del Rey.

El 22 de noviembre la Policía Bonaerense detuvo a Ortiz en una casa en la localidad de Alejandro Korn, en el partido de San Vicente. Lo entregaron sus propios amigos al enterarse que lo buscaban por el femicidio de Yésica.

Después de la muerte la familia se acercó a los Tribunales de Lomas de Zamora, donde los recibió un secretario de la fiscalía de género. El funcionario judicial no les permitió ver la causa pero les explicó que estaba caratulada como homicidio agravado por el vínculo y que había algunas medidas de prueba pendientes. En el allanamiento a la casa donde vivía la pareja habían encontrado partes de la heladera, una soga, un cable y manchas de sangre en toda la casa.

La familia de Yésica consiguió un abogado y se presentaron como querellantes. Lo hicieron a fines de diciembre, unos días antes que comenzara la feria judicial. Buscan que en la carátula del homicidio se incluya el femicidio como agravante. Con la ayuda de vecinos y amigos organizaron una rifa para juntar la plata para pagarle.

La rifa cuesta 100 pesos y se sortea con la Lotería Nacional el sábado 17 de febrero. El primer premio es una máquina de coser que donó un familiar. También sortean una pava eléctrica, un set de acero quirúrgico, un set de perfumería femenina y una canasta familiar.

Los familiares de Yésica participarán mañana en una nueva marcha frente a los Tribunales de Lomas de Zamora junto a otros familiares de víctimas de violencia machista. “Porque no peleamos solo por ella, sino para ayudar a que otras mujeres también se animen a hablar”, explicó.

A lo largo del 2017 en Argentina hubo 298 femicidios: uno cada 29 horas. Al igual que en el caso de Yésica, el 90 por ciento de los crímenes fueron cometidos por hombres del círculo íntimo y conocidos de la víctima. Los datos son del Observatorio de la violencia contra las Mujeres “Ni Una Menos” del Movimiento MuMaLá.

Yésica tenía 22 años, era ama de casa y madre de una nena de cuatro años y un nene de dos. Según el estudio, el 52 por ciento de las mujeres asesinadas eran madres. Los hijos de Yésica, al igual que otros 310 niños, quedaron huérfanos el año pasado por la violencia machista.