LucianoArruga

Cosecha Roja.-

El Destacamento Policial de Lomas del Mirador empezó a funcionar en 2007. Ese mismo año los policías bonaerenses apretaron a Luciano Arruga: querían que robara para ellos. El adolescente se negó y lo agarraron de punto. En agosto de 2008 lo detuvieron por averiguación de antecedentes. Lo golpearon, pero su familia no quiso hacer la denuncia. El 22 de septiembre la historia se repitió: de nuevo la detención, de nuevo los golpes. Estuvo siete horas en la cocina del Destacamento de Lomas del Mirador y le dieron de comer un sándwich escupido. Esa tarde, cuando lo fueron a buscar, su hermana Vanesa escuchó que un policía hablaba con el fiscal y le preguntaba qué hacer con el chico. En la celda, Luciano gritaba. Después de soltarlo, los policías le dijeron: “Vos vas a terminar en un zanjón”. Mañana comienza el juicio por torturas en el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de La Matanza.

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-¿Qué voy a estar bien? Si estos me cagaron a palos- dijo Luciano cuando lo liberaron.

– ¿Qué? ¿Quién te pegó? – respondió el policía Juan Diego Torales.

– Vos me pegaste mientras dos me sostenían.

Torales es el único imputado y llega al juicio con prisión preventiva. La causa estaba caratulada como “vejámenes”, y en febrero de 2013 el CELS pidió el cambio a “torturas” no sólo por los tormentos físicos sino también por los psíquicos. Aquel día de septiembre Luciano fue al Policlínico de San Justo: tenía marcas en la cabeza y volvió a su casa moretoneado, arrastrándose y colgado de su mamá porque no podía caminar. El informe médico demostró que tenía “traumatismo en región facial”. A más de seis años de su desaparición -el 31 de enero de 2009- y a siete meses de la identificación del cuerpo, la causa por las torturas del 22 de septiembre es la primera que llega a juicio.

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Hasta octubre de 2014, el adolescente de 16 años era un desaparecido. Desde que encontraron el cuerpo y se supo que había sido atropellado, la consigna es una sola: #FueLaPolicía. En esta cronología de Cosecha Roja te contamos los meses en que la familia buscó en soledad, la primera vez que alguien los escuchó, las acusaciones a fiscales y jueces que demoraron el expediente, las movilizaciones de los amigos y las organizaciones pidiendo justicia y los momentos clave para encontrar el cuerpo.

Los primeros meses de búsqueda fueron de soledad absoluta. Los familiares recorrieron hospitales, patearon puertas y nadie los escuchó. En marzo, Hugo Pimentel -de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos- recibió a Vanesa Orieta -la hermana- por primera vez. “No entendía cómo a esta altura de la Argentina habían pasado 45 días de que un joven de 15 años estaba desaparecido”, dijo Pimentel entonces. Al día siguiente fueron a la fiscalía y los rechazaron. Al mes siguiente lograron desplazar a la fiscal a cargo de la causa -Roxana Castelli- y la acusaron de distraer el expediente y delegar la investigación en los propios policías del destacamento.

Esos policías del destacamento de Lomas del Mirador ya habían torturado a Luciano en 2008. La hermana lo escuchó gritar de dolor en la celda. Un policía le preguntó a otro “¿qué hacemos con este chico?”. Cuando lo liberaron y quiso señalar al policía que le pegaba, le respondieron claro: “Negrito, callate porque te vamos a volver a meter”. Las sospechas de que los mismos policías están involucrados en la desaparición de Arruga se basan en cinco pruebas: hay pericias que muestran que estuvo en el destacamento de Lomas del Mirador y que el libro de ingreso de detenidos fue adulterado. También se sabe que estuvo en el patrullero, que lo llevaron a un descampado y que los móviles, esa noche, salieron de su jurisdicción.

En julio de 2009 se determinó que los libros de detenidos que llevaba la dependencia estaban adulterados. En diciembre de 2011 se cerró el destacamento policial y el lugar pasó a manos de los familiares de Luciano, que armaron un espacio cultural y de memoria allí donde lo vieron a Arruga por última vez. En agosto de 2012 el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli recibió a la familia por primera vez. En ese momento Orieta exigió la destitución de los policías, y que el gobernador tenga presencia en la causa. En enero de 2013 el juez Gustavo Banco aceptó el pedido de cambio de carátula a “desaparición forzada” y  la causa pasó a la Justicia Federal. Ese mismo mes detuvieron al oficial Julio Diego Torales: el adolescente lo había señalado como la persona que lo torturó cuatro meses antes de su desaparición. Todos esos pasos judiciales fueron acompañados por el CELS  (Centro de Estudios Legales y Sociales).

En octubre de 2013 los familiares y amigos hicieron un acampe en el ex destacamento policial de la localidad bonaerense de Lomas del Mirador para reclamar que un equipo de antropólogos forenses trabaje en el caso. En noviembre se acercó el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, y dijo: “El caso de Luciano Arruga es un caso de desaparición forzada de persona, y es por eso que vinimos a escuchar cuáles son los reclamos concretos que forman parte de esta lucha”.

En abril los familiares presentaron un habeas corpus que fue rechazado. En julio los jueces de la sala IV (Juan Carlos Gemignani, Gustavo Hornos y Mariano Borinsky) hicieron lugar al recurso. El 23 septiembre fue la primera audiencia: Cecilia González -Ministra de Seguridad de la Nación-, Martín Fresneda -Secretario de DDHH-, Abel Córdoba -Titular de la Procuraduría de Violencia Institucional-, Hugo Pimentel -APDH La Matanza-, el CELS y los familiares debatieron los pasos a seguir. “Reclamamos el derecho a saber la verdad, después de cinco años y ocho meses de impunidad”, dijo a Cosecha Roja Orieta. Un mes después, encontraron el cuerpo: estaba enterrado como NN en Chacarita.

A partir de entonces se supieron más datos. Aquel 31 de enero Luciano corrió “como desesperado” y cruzó la General Paz por la vía rápida y descalzo. “Parecía que estaba escapando”, declaró el conductor del auto que lo atropelló a las 3.30 del 1 de febrero de 2009. La Policía Federal lo trasladó al Santojanni, donde lo operaron y murió a las 8. En esas horas la mamá y la hermana lo buscaron dos veces en el hospital: les dijeron que no había ningún joven con esa descripción y que no podían pasar a reconocer a nadie. El primer testigo en acercarse al accidente dijo que vio una camioneta de la Policía Bonaerense alejándose por colectora sin las balizas prendidas. También se supo que la ropa que tenía puesta en el momento en que murió no era suya.

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A seis años sin Luciano, los familiares y amigos publicaron un comunicado: “Luciano fue secuestrado el 31 de enero de 2009 y desde el comienzo supimos que fue la policía. Lo supimos y lo sabemos porque lo tenían de punto: lo detenían ilegalmente, lo humillaban, le apuntaban al pecho y le advertían que tenía los días contados. Luciano comenzó, con 16 años, a vivir con miedo a la policía, porque en cada oportunidad que se la cruzaba le pegaban, lo verdugueaban”.