Cosecha Roja.-
De Tambo, Ecuador a Nueva York hay unas 6.500 millas de camino. Noemí Álvarez Quillay de 12 años salió la noche del 4 de febrero y caminó un poco más de la mitad hasta que fue capturada en Ciudad Juárez, México. Lloró, lloró y lloró hasta que la llevaron a un refugio infantil donde días después la encontraron ahorcada en el baño con la cortina amarrada al cuello. La policía catalogó el hecho como suicidio, pero una comisión de derechos humanos de Ciudad Juárez investiga otras hipótesis.
El número de niños solitarios que recorren las trochas clandestinas para entrar como ilegales a ciudades norteamericanas se incrementó en los últimos tres años, según publicó el diario The New York Times. Lissa Raffonelli de la Agencia de Reasentamiento de Estados Unidos pasó de atender 6.560 recibidos en 2011 a 60 mil estimados para este año. Casi diez veces más, la mayoría de ellos provenientes de América Central.
Noemí era una niña tímida, rural, estudiosa. Salió en busca de sus padres radicados en Nueva York como ilegales, quienes habían contratado a “coyotes” el Bronx para que la guiaran a su destino. Su abuelo Cipriano Quillay la acompañó hasta la avenida que conduce hacia Quito y la subió a un colectivo. Allí la vio por última vez.
Un mes después fue capturada por la policía de Ciudad Juárez en compañía de un baquiano. “Fui con un coyote a Nicaragua y pasé dos meses allí, después volví”, había escrito en una hoja de la escuela luego de su primer intento de entrar a Estados Unidos en mayo de 2013.
Noemí es parte de una generación de ecuatorianos que creció sin padres, bajo la custodia de los abuelos. María Jesús Guamán de 59 años y el señor Quillay de 57 vivían en el distrito El Tambo de la provincia de Cañar cuando sus hijos mayores migraron a Estados Unidos y quedaron a cargo de los nietos.
“Mis cuatro hijos fueron a buscar una vida decente, así que me hice cargo de cinco nietos desde cuando eran pequeños”, dijo Cipriano Quillay. Y continuó María Jesús sobre su nieta Noemí: “Ella sólo nació cuando su padre se fue, y cuando tenía 3 años mi hija decidió irse. Levanté a mi nieta lo mismo que a los demás”.
Los padres de Noemí, Martha V. Quillay y José Segundo Álvarez Yupa que trabajan como estilista y obrero de construcción, comenzaron a enviar dinero desde Estados Unidos para pagar la construcción de una casa de dos pisos hecha con ladrillo y cemento. “A veces envían camisas, zapatos, USD 100, pero no es lo mismo que ser padre o madre”, dice María Jesús.
Según Magdalena Choglio Zambrano, consejera de la escuela secundaria regional, el 60% de los estudiantes son hijos de padres migrantes que están bajo el cuidado de abuelos, tíos o hermanos mayores. “Vemos que son niños o adolescentes pequeños cuyos padres están poniendo en manos de los coyotes a quienes pagan 15, 20, 25 mil dólares”, dijo Choglio.
Cuando sus padres enviaron el dinero y dieron la orden de que viajara, Noemí no quería ir. Esa fue la primera vez que lloró en la historia de su viaje.
La versión oficial de la policía de Ciudad Juárez dice que capturaron a Domingo Fermas Uves de 52 años mientras orinaba afuera de una camioneta. En el auto estaba Noemí. Fermas se presentó como contrabandista contratado por la familia de la niña para llevarla hasta Estados Unidos y presentó a la menor como Noemí Álvarez Astorga de 8 años. El hombre contradijo esta versión y declaró en entrevistas a varios medios que nunca hubo una camioneta y que la policía entró en su domicilio y se llevó a la niña so pretexto de rescatarla.
Noemí fue puesta bajo la custodia del refugio “Casa de la Esperanza”, donde el médico determinó que la niña estaba “aterrorizada”. El 11 de marzo Noemí entró al baño y nunca salió. Era hora de comer y fue la única que se sentó a la mesa. Una chica que encontró cerrada la puerta del baño, alertó a los profesores. Alicia Soria Espino, maestra del lugar, derribó la puerta junto al médico y encontraron a Noemí colgando de la cortina del baño.
Sus padres no han querido dar declaraciones directas sobre el tema solo que es “una situación muy dolorosa” y que esperan recuperarse “para seguir adelante”.
Fotos: The New York Times y El Tiempo (Ecuador)
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