Télam Buenos Aires 02/09/2013 El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, y el ministro de Justicia y Seguridad bonaerense, Ricardo Casal, encabezaron esta mañana el acto de entrega de 50 patrulleros tecnológicos que serán operados por efectivos de la Policía Federal para reforzar la tarea de la policía provincial en el control del delito automotor en el conurbano. Foto:Gustavo Amarelle/Télam/ef

Catalina tiene 91 años y es la primera vez que está sentada ante un tribunal. Está a punto de declarar en contra de dos ex policías acusados del delito de privación ilegal de la libertad: el 17 de agosto de 1976 secuestraron a su hijo de 21 años, Ricardo Cittadini. “Catita”, como le dicen a la mujer, quiere que los dos agentes escuchen lo que tiene para decir. La defensa pide que los imputados no se queden a escuchar las declaraciones, pero los jueces rechazan el pedido. Entonces, ella se queda tranquila y les dice: “No se lleven a la tumba dónde están los restos de mi hijo”.

Catita les habla a los ojos al ex comisario Miguel Ángel Viollaz y al ex sargento Nicómedes Mercado, los dos policías de la Comisaría 28 acusados del secuestro de Ricardo. Este es el primer juicio en el que una dependencia de la Policía Federal en la Ciudad de Buenos Aires es investigada por su rol como centro clandestino de detención.

Ricardo fue detenido esa noche por “averiguación de antecedentes” en la Plaza España del barrio de Constitución. De ahí, lo llevaron a la seccional de Barracas, el lugar donde lo vieron con vida por última vez. Cuarenta años después, el caso llegó a juicio oral. “La justicia no es completa, es parcial. Sin embargo, lo que estamos logrando es mucho”, dijo a Cosecha Roja Eduardo Cittadini, uno de los once hermanos de Ricardo. Él declaró esta mañana ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 5 junto a Roberto y Oreste, y la mamá.

“El caso no sólo es importante porque es la primera vez que se considera una comisaría de la Policía Federal como centro clandestino, sino también porque hay un sobreviviente que se animó a denunciar lo que estaba pasando”, dijo a Cosecha Roja Pablo Llonto, abogado de la querella. Se refiere a Ricardo Camino Gallo, un refugiado uruguayo que estuvo detenido el mismo día que Cittadini y fue liberado a la mañana siguiente. Cuando salió de la comisaría, Camino Gallo rastreó a la familia de Ricardo para contarle que estaba detenido. Así comenzó la búsqueda del desaparecido. A los pocos días el uruguayo se exilió en Holanda y los parientes de ricardo volvieron a contactarlo en 1984 para que dejara por escrito su testimonio. Fue un testigo clave para reconstruir la historia del secuestro. Murió en 2006.

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Ricardo nació en la provincia de Santa Cruz. En 1973 se mudó a La Plata para estudiar Ciencias Económicas en la universidad. Un año después comenzó a militar para el Movimiento Azul y Blanco. Luego pasó a ser parte de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y a tener más compromiso con las causas por las que luchaba. Ni el rechazo de la familia a su actividad política ni la llegada del golpe de 1976 lo amedrentaron.

– Lo van a matar – pensó Julio Cittadini, el papá de Ricardo, después de leer la carta que le mandó su hijo desde La Plata.

Ahí les contaba por qué elegía la vía militante. Unos meses después, se lo contó cara a cara cuando se encontraron en Mar del Plata para el bautismo del un sobrino. Era julio de 1976. Catita y Julio lloraron, le rogaron que dejara todo y que se volviera a Trelew.

– No saben lo que me piden -les respondió con los ojos llorosos.

Esa frase es la que le da el título al libro que escribió Eduardo sobre la vida de su hermano. La obra hace un repaso desde la infancia de Ricardo hasta la actualidad. La última vez que lo editó fue el 26 de julio para agregar unas palabras: “Por primera vez veremos las caras de algunos de los secuestradores de Ricardo”.

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Juan Alberto Schudel, Carlos Alberto Carpani y Rubén Beratz vivían en un departamento de La Plata con Ricardo. Ellos desaparecieron un día después que su compañero, el 18 de agosto. “Es evidente que hay una conexión con el secuestro de Cittadini”, comentó Llonto. El viernes, irán a tribunales a dar su testimonio familiares de Carpani y Beratz para contar cómo vivieron ese momento.

También declarará Alicia Carriquiriborde, quien estuvo detenida en la Comisaría 28º durante veinte días. Vive en México y va a contar -vía teleconferencia- cómo era el funcionamiento de la dependencia y quiénes eran los agentes que trabajaban allí. En esa audiencia también estarán los testigos de la defensa y un preso común que compartió celda con Ricardo.

Es un juicio corto y se espera para fin de mes la lectura de los alegatos. “Comparándolo con otras megacausas es una historia mínima, pero igual vale. Acá tomás dimensión de lo humano”, dijo Eduardo. Y agregó: “Es como ponerle rostro a uno de los 30.000 desaparecidos”.

Por Sebastián Weber