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Por Carolina González
Los asesinos de Daniel Solano están sueltos. Lo están desde hace siete años. Lo están ahora que la Justicia les puso nombres y apellidos a través de una sentencia a los siete policías acusados. Lo estarán hasta que termine la etapa recursiva, quizás dentro de dos años.

El miércoles, en el auditorio del Poder Judicial de la ciudad de General Roca, Río Negro, y por el lapso de cinco horas, los jueces  María Evelina García Balduini, Oscar Gatti y Gastón Martín leyeron el fallo completo. Pasado el mediodía, pronunciaron las palabras por las que la querella y la familia de Daniel, luchó siete años: “Prisión perpetua por homicidio agravado por alevosía y por haber abusado de sus funciones siendo miembros de una fuerza de seguridad”.

El auditorio retumbó en un grito de júbilo. Estallaron las lágrimas, los abrazos y los besos entre quienes acompañaron a la familia de Daniel. Rugieron los insultos y las amenazas de familiares y colegas de los condenados: el principal objetivo fue Sergio Heredia, el abogado que el 7 de diciembre de 2011 dijo que al joven salteño lo había asesinado la policía un mes antes, a pesar de que en ese momento la investigación judicial ubicaba a Daniel paseando por algún lugar de la provincia de Neuquén.

El debate oral y público se desarrolló durante seis meses con dos audiencias semanales. Quedó probado que los policías Sandro Gabriel Berthe, Pablo Federico Bender, Héctor César Martínez, Juan Francisco Barrera, Pablo Andrés Albarrán Cárcamo, Pablo Roberto Quidel y Diego Vicente Cuello, sacaron a Daniel Solano a la fuerza del boliche bailable Macuba en la localidad de Choele Choel, lo golpearon en la calle hasta hacerlo sangrar y lo subieron a un móvil policial que fue seguido por el auto particular de uno de los condenados. Después, fueron hasta la isla 92 sobre el río Negro, lo mataron y desaparecieron el cuerpo.

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Para los jueces no quedó probado el móvil del homicidio, por lo que desestimaron parte de la denuncia que llevó adelante la querella: que a Solano lo mataron por promover una protesta por el abuso de la empresa Agrocosecha hacia sus trabajadores, que los policías fueron pagados para realizar esta tarea y que hay autores intelectuales que también deben ser juzgados.

Heredia le dijo a Cosecha Roja que el móvil sí estaba probado “¿Por qué cuatro policías, Martinez, Barrera, Berthe y Bender, que no tenían que estar ahí (la noche del asesinato en el boliche bailable) estaban? ¿Fueron porque quisieron y de paso mataron a un chico? No, fueron con algo organizado y la justicia no lo quiere aceptar”. Otro dato que suma a esta hipótesis y que sí fue probado y admitido por el tribunal es que el auto Fiat Duna color rojo que acompañó al patrullero que se llevó a Daniel pertenecía al ahora condenado Berthe.

También quedan pendientes las causas conexas por trata de personas y tráfico de drogas.

“Sabemos que vamos por buen camino, este es un fallo que salió gracias a nuestro trabajo. Todos los testigos que mencionó el fallo, fueron aportados de nosotros, todo lo que los jueces hablaban era un trabajo investigativo de la querella”, dijo Heredia.

Los policías siguen en funciones

Los siete efectivos policiales que ayer fueron sentenciados a cadena perpetua no cumplirán prisión hasta tanto la pena quede firme. El tribunal negó el pedido de cárcel que hizo la querella y la fiscalía, porque entendió que la prisión preventiva fue cumplida por los efectivos cuando estuvieron detenidos en 2012 y 2013. No consideró el peligro de fuga.

“¿Qué va a hacer (el gobernador Alberto) Weretilneck ahora, los va a suspender? Se preguntó Heredia. “Porque se pueden fugar, o peor mañana pueden estar en una comisaría investigando un asesinato. Debían ser echados. (Sandro) Berthe tiene una sentencia por apremios ilegales  y ahora una por homicidio ¿qué van a hacer con Berthe?”.

En varias oportunidades, el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, desligó la responsabilidad de que los efectivos sigan en actividad. “Ellos estuvieron  detenidos más de dos años y que hoy pertenezcan a la Fuerza es responsabilidad de la Justicia que no actuó en tiempo y forma”, declaró el mandatario a la prensa cuando se inició el debate oral y público, en febrero de este año, tomando como prioridad el principio de inocencia de los acusados en ese momento.   

Sin Gualberto y sin su chango

Gualberto Solano murió el 3 de abril. Días antes había dado su testimonio en el juicio. Contó cómo jueces y fiscales le mentían en los días posteriores a la desaparición de su hijo y le aconsejaban “usted tiene que ir a esperarlo a la terminal”, porque decían que Daniel se había ido por su propia voluntad.

Foto: Pablo Leguizamón

Foto: Pablo Leguizamón

“Me mostraban fotos de un colectivo y me decían, ahí va su hijo (señalando a un pasajero). Pero yo le dije a la a jueza: ese no es mi hijo”, declaró Gualberto.

Las fotos de ese padre, que se murió sin encontrar el cuerpo de su “chango”, como él lo llamaba cariñosamente, estuvieron presentes en la sala de audiencias durante la lectura de la sentencia. Su memoria estuvo presente en el recuerdo de quienes acompañaron este caso en los siete  años de búsqueda de verdad.

“La justicia rionegrina, en un intento por desviar la investigación, caratuló como desaparición forzada de persona y mandó la causa a pasear dos años por el fuero federal. En esos dos años, se nos murió Gualberto”, dijo Heredia.

El cura párroco Cristian Bonin, otro de los incansables que acompañó a la familia Solano desde el inicio de la causa, dijo al salir de la audiencia: “No es un día feliz, acá falta gente”.  “Acá vi los tiempos de la impunidad, no los tiempos de la justicia. Desde 2012 que sabíamos y denunciábamos esto que hoy corroboró el tribunal. Pasaron siete años porque no hay vocación de justicia”.  

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