Cinco razones para no empezar una dieta

Pasaron las fiestas, llegó el verano y, como en una suerte de nado sincronizado de mandatos culturales, resurge con toda su fuerza el discurso de la industria de la dieta. Para salvar las culpas y aliviar los excesos hay que comenzarla cuanto antes. Bruno Bazán ensaya sus motivos para ignorar los “consejos” que inundan la TV, la radio y las redes sociales, y que sólo responden al marketing y a la búsqueda de belleza hegemónica.

Cinco razones para no empezar una dieta

Por Bruno Bazan
03/01/2022

Arte: Jael Díaz Vila

1.La industria de la dieta no busca primordialmente ni exclusivamente solucionar los problemas de alimentación, el sobrepeso o la obesidad. Como toda industria, funciona en un complejo entramado entre oferta y demanda, cuyo objetivo es tener cada vez más consumidores de un modo particular de alimentación, de un plan específico de ejercicios y/o de algún fármaco o suplemento dietario determinado. Siempre se trata de vender un producto. 

Como alguien que fue criado con la moda de la dieta de la luna y pasó por varias modas diferentes, puedo entender que no es una práctica ligada a la salud integral el seguir una dieta que sale de una publicidad. Porque esa dieta o ese producto nada sabe de mi cuerpo, de mi estilo de vida o de mis necesidades. 

También hay nutricionistas que adhieren a ciertos tipos de dietas y planes de ejercicios, y a ciertos productos alimenticios. La nutrición está cada vez más mediada por las redes sociales, por interés económico y no exclusivamente  por criterios  médicos. Es muy sencillo encontrar cuentas de instagram en donde un/a nutricionista nos vende el sueño de cuerpo esculpido, una dieta, ropa deportiva y suscripción a una cadena de gimnasio en un mismo post. Todo en un combo, similares a  los clásicos combos de hamburguesas, solo que fit. 

2.Durante el verano se acrecientan las inseguridades sobre nuestros cuerpos. “Las personas que no llegaron al verano” son un target específico sobre el cual se busca vender. Los cuerpos de belleza hegemónica abundan en las redes, las fotos editadas que muestran cinturas perfectas y abdomen con cuadraditos marcados generan ansiedad y malestar en todas aquellas personas que no lo tienen. 

Miles de personas en redes sociales modifican sus imágenes para cumplir con un estándar de belleza irreal. Famosos y desconocidos se quitan cintura, ancho de caderas, panza y un sin fin de imágenes, a sabiendas de que se nota la edición, pero en los tiempos que corren parece valer más una foto mal editada que la realidad de nuestros cuerpos. 

Hacer dieta para ser otra persona, para tener otro cuerpo y para intentar llegar a ideales de belleza inalcanzable no será nunca el punto de partida sano de un plan de alimentación y puede llevarnos a prácticas que pongan en riesgo nuestro cuerpo. 

3.Estoy cansado del rebote. Existe una historia aún no contada por la que toda la comunidad médica y la industria alimentaria deben revisar sus prácticas y responder: el alto porcentaje de rebote en el peso en la mayoría de las dietas. 

La primera impresión siempre es culpar a sujetos individuales por no sostener la dieta al pie de la letra,  los prejuicios en torno a la gente gorda permiten echar culpas, “el gordo es vago, mentiroso e inconstante” repiten como mantra “los especialistas”. 

Pero dejando los prejuicios de lado y teniendo una visión integral de alimentación y de salud se puede ver que el fracaso está en el dispositivo dieta en sí. Un plan que tiene altos índices de fracaso, que genera no solo la recuperación del peso sino mayor cantidad de peso es un plan que no funciona y no puede ser considerado un plan exitoso. Según estudios realizados por Tracy Mann, el 95% de las personas que pierden peso mediante dietas lo recuperan en un lapso entre 2 y 5 años, y dos tercios de esas personas suben aún más peso de lo bajado en primera instancia (1). Varios estudios vienen alertando sobre la necesidad urgente  de revisar el tratamiento para el sobrepeso y la obesidad porque las dietas no funcionan. 

4.El verano pasa, y necesito un plan para todo el año. El vínculo saludable  entre nuestros cuerpos y nuestra alimentación es un ejercicio continuo y necesita partir de supuestos reales, concretos y que atienden al modo de vida de cada persona. Las dietas y los planes de ejercicio más conocidos suelen alterar la periodicidad de nuestras vidas, irrumpen en el qué y el cómo durante un tiempo determinado y luego debemos lidiar con esa irrupción.

Pensar el vínculo saludable entre la alimentación y la práctica de actividad física tiene que ser a partir del contexto, del cuerpo de cada uno y de las posibilidades de alimentación. El famoso cálculo de IMC (índice de masa corporal) no es ya una herramienta válida para determinar el estado saludable de una persona. Más aún, muchos de los cuerpos que se muestran como ideales de belleza ni siquiera están dentro de los márgenes que indica el IMC.  No todos los cuerpos necesitan crossfit para estar saludables, no todos los cuerpos necesitan perder peso para estar bien. 

5.La salud como un todo necesita de algunas cosas que van más allá del peso. En mi caso tengo pendiente en el verano retomar una periodicidad en actividad física que durante la última parte del año no pude sostener y algún estudio cardiológico y oftalmológico. Porque quien escribe esto hizo un chequeo general para entender en términos biomédicos el estado de mi cuerpo en diciembre de 2021. Y a partir de allí poder separar ciertos datos de los mandatos culturales en torno al cuerpo y la belleza (2).

Por último, a modo de aclaración, decidir no hacer dieta no quiere decir dejar de atender a mi alimentación, todo lo contrario, quiere decir atender a un vínculo guiado por criterios más amplios y menos mercantilistas que los de la industria de la dieta. 

(1) Mann, T., Tomiyama, A. J., Westling, E., Lew, A.-M., Samuels, B., & Chatman, J. (2007). Medicare’s search for effective obesity treatments: Diets are not the answer. American Psychologist, 62(3), 220–233. 

(2) Existen profesionales de la salud que están hablando de diversidad corporal, de nutrición incluyente y varios conceptos que nos pueden ayudar a pensarnos por fuera del esquema flaco=sano, gordo=enfermo. Recomiendo a Raquel Lobaton, parte de su contenido se puede encontrar en podcast y en instagram de modo gratuito.

Esta columna fue publicada originalmente en La Nota Tucumán. 

Bruno Bazan