Investigaciones ZETA / zetatijuana.com

Cabo San Lucas, Baja California Sur.- La realidad de la no detención del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, es que la información sobre su ubicación en una residencia en Cabo San Lucas, Baja California Sur la proporcionó al gobierno mexicano personal de la Agencia Antinarcóticos de los Estados Unidos, conocida como la DEA.

Un informe de un grupo de inteligencia en el estado sudcaliforniano indica que los norteamericanos utilizaron la vía oficial para informar del paradero del más buscado de México y los Estados Unidos: la Policía Federal.

No hubo reacción por parte de la corporación que desde la Secretaría de Seguridad Federal encabeza Genaro García Luna. Entonces los de la DEA –detalla el investigador a ZETA– recurrieron a la Marina. Tampoco obtuvieron resultados.

A los cuatro días de entregada la primera alerta sobre la presencia de Guzmán Loera en Cabo, la Policía Federal atendió el reporte. El capo ya se había fugado.

Fue alertado. Reflexiona el oficial de inteligencia entrevistado por ZETA en Baja California Sur.

La infructuosa búsqueda implementada –más que operativo sorpresa– parecía ser una advertencia pública, para que el capo se diera cuenta y huyera. Lo que finalmente sucedió.

Decenas de hombres encapuchados que tardaron tres días en llegar a la dirección correcta. Siempre acompañados de un helicóptero, de manera violenta ingresaban a las casas, sometían y amenazaban a los vecinos y a los dueños de las propiedades. No daban explicaciones, aunque desde el primer día se sabía en qué andaban. La versión de las huestes federales delegadas en la región, que corrió entre la población sudcaliforniana fue desde las primeras horas: “Vienen por ‘El Chapo’”.

La operación pues, no fue ni discreta ni en sigilo, mucho menos planeada con precisión. Se cometieron todos los excesos para contribuir a la huida del narcotraficante. La declaración –increíble literalmente– de Cuitláhuac Salinas, titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), sólo abonó a la impreparación de la PGR para lograr la captura en Cabos, de Joaquín Guzmán.

Dijo el número dos de la Procuradora Marisela Morales, que las cuatro personas detenidas, cocinera, jardinero, piloto y prostituta, explicaron la situación y así determinaron que estuvieron “a punto” de aprehender al que se fugó de Puente Grande:

Que el piloto trasladó a “El Chapo” hasta Cabo San Lucas, el jardinero fue por él y lo llevó a la casa donde se encontraba la cocinera, que también hacía las veces de ama de llaves, y la mujer. Que la intención del capo era sostener relaciones íntimas con la dama, pero al informarle ella que se encontraba en su periodo menstrual, lo dejaron para otra ocasión y el narcotraficante se fue.

Ésa, por increíble que parezca, fue la versión oficial de la PGR, la justificación para no haber detenido a Joaquín Guzmán Loera, el 21 de febrero de 2012 en Cabos San Lucas, luego que autoridades norteamericanas proporcionaron información sobre su ubicación.

BCS y BC lugares de recreo y descanso para “El Chapo”

Baja California Sur es para “El Chapo” y otros narcotraficantes, un sitio de discreción y descanso, como lo es para las estrellas del cine internacional y de la música. Hoteles y fraccionamientos de lujo donde los contratos de los empleados implican no ver, no oír y no hablar, reconoció una autoridad local.

En el caso del narcotraficante el problema para las fuerzas del orden es mayor por los kilómetros de litorales que comparten con Sinaloa por donde los criminales pueden llegar por mar o aire en avionetas pequeñas de vuelo bajo sin ser detectados.

“Se sabe que su afición (de “El Chapo”) son las mujeres a las que cambia de manera constante y que es una de las razones por las que viene, aunque los reportes eran que sus arribos eran de entrada por salida, y a esas zonas turísticas de lujo con accesos restringidos, donde las fuerzas del orden no pueden acercarse a tiempo sin ser detectadas”, admitió un investigador criminal en Baja California Sur.

Por ello, según la versión extraoficial, Joaquín “El Chapo” Guzmán salió caminando tranquilamente varios días antes de que llegaran a Punta Ballena por él. Aunque según dichos de la gente en el fraccionamiento, se percataron de que el 18 de febrero, alguien abandonó la mansión por la parte de la cocina, y se subió a una lujosa camioneta de color dorado que llegó muy de mañana hasta su morada.

De acuerdo al titular de la SIEDO, Cuitláhuac Salinas, el capo escapó apenas unos minutos antes que llegaran las corporaciones federales.

Sin embargo los reportes de inteligencia indican que el capo se dio cuenta del escandaloso operativo y huyó con tiempo. Además, contrario a lo esperado por las autoridades, no se desplazó ni a Sinaloa ni a Durango. Los primeros indicios en ambos lados de la frontera, refieren que se trasladó a Tijuana.

En Baja California, los grupos de inteligencia y los integrantes del Consejo Estatal de Seguridad Pública, han logrado reunir información para resolver que, efectivamente, “El Chapo” ha visitado el corredor turístico entre Tijuana y Ensenada.

“Por lo menos una vez al mes se le ha ubicado en esta zona”.

Incluso refieren que en esta región de México fue donde reposó la mujer que, suponen, dio a luz a un par de hijos del narcotraficante en Los Ángeles. Por la cercanía con Los Cabos y con Sinaloa, Baja California se ha convertido por el líder del cártel de Sinaloa en un refugio. Y también como lo probaron con el mega-plantío de marihuana, donde uno de los detenidos ubicó a Guzmán, en una zona de producción.

Su presunto acuerdo con el cártel Arellano para trasegar droga por esta frontera, vendría a aligerar la tensión en Baja California, para el narcotraficante más buscado del mundo.

Los operativos

El líder del Cártel de Sinaloa –y por el que los gobiernos de México y Estados Unidos ofrecen una recompensa de 7 millones de dólares– fue alertado y supo 72 horas antes que pretendían capturarlo a través de un operativo a gran escala por parte de la Policía Federal Preventiva y la Marina.

La SIEDO había obtenido informes del paradero del narcotraficante en una residencia del destino de playa de Cabo San Lucas, donde se encontraba “descansando”. El mafioso más rico del mundo (según los vecinos, en su totalidad extranjeros) había llegado alrededor del 10 de febrero, y cuando se dieron los operativos, tenía aproximadamente una semana en la vivienda marcada con el número 114 de una zona conocida como Las Residencias de ese fraccionamiento, que es uno de los tres más exclusivos de la zona, junto con Palmilla y Ventanas al Paraíso.

Dentro de la mansión, el líder del narcotráfico estaba acompañado por una mujer y su piloto. Además era atendido por una camarista y un mozo y –según testimonios de los vecinos– la visita era una de las tres que hizo durante los últimos ocho meses a la mansión, ocupada en la mayoría del tiempo por una mujer.

Desde esa fecha y hasta el día del operativo, los vecinos notaron la presencia de lujosas camionetas y autos deportivos que entraban y salían del lugar, pero –según explican—“estaban dentro del margen de la normalidad, ya que el fraccionamiento es muy exclusivo, y la totalidad de los inquilinos, poseen vehículos último modelo y de lujo”.

Datos recabados por ZETA, expusieron que desde su arribo, el narcotraficante únicamente salió el primer día de su residencia, porque la servidumbre se encargó de acercar todo lo necesario para que pudiera estar cómodo, en virtud de que toda el área de “Punta Ballena” –explicaron algunos testigos— estaba acordonada por federales y militares, quienes previamente habían tomado posiciones, cuando llegaron al operativo de seguridad de la Reunión Informal de Cancilleres del G-20 en Los Cabos, celebrada el 19 y 20 de febrero pasado.

Así, la mansión de Joaquín “El Chapo” Guzmán estaba resguardada y con acceso restringido, ya que –según explicaron testigos— la secretaria de estado estadounidense, Hillary Clinton, estaría hospedándose, sin saberlo, a escasos metros de la vivienda del narcotraficante.

Desde julio del 2011, la mansión de “El Chapo Guzmán” estaba en venta: 1 millón 250 mil dólares –algo así como 15 millones 625 mil pesos mexicanos— pedía el propietario del negocio de bienes raíces “Sea Coast Baja”, Juan Manuel Castañeda Valdés, y quien en un portal de internet explicaba que “se trataba de una súper oferta, porque la residencia en esa zona, y tomando en cuenta la plusvalía, alcanzaba un valor comercial de 2 millones de dólares en el mercado inmobiliario”.

Había tardado en venderse porque la mansión tiene el inconveniente de estar localizada en las inmediaciones de una planta de tratamiento de aguas negras y los fétidos olores ahuyentan a los posibles compradores.

La madrugada del 18 de febrero –justamente cuando a mediodía arribaría la secretaria de estado norteamericano, Hillary Clinton— más de 300 efectivos de la Policía Federal Preventiva y del Ejército Mexicano, iniciaron el operativo que llevaría a la supuesta captura del líder del Cártel de Sinaloa, únicamente que se equivocaron de dirección..

Intencionalmente o no, los efectivos reventaron otro exclusivo fraccionamiento, pero localizado a escasos 10 kilómetros de la residencia, donde se encontraba en ese momento, Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Por aire, un helicóptero con visión nocturna rasgaba el cielo de Cabo San Lucas, y por tierra, ocho camiones urbanos de color amarillo y franjas negras, repletos de federales y militares, sitiaban prácticamente el Fraccionamiento “Rancho Paraíso”, y donde cerca de las dos de la mañana, irrumpieron rompiendo puertas y ventanas de algunas residencias, como la del Notario Público No. 1, Armando Aguilar Ruibal y la del empresario José Manuel Coppel Osuna, las cuales catearon y revisaron de pies a cabeza hasta las 6 de la madrugada.

Los inquilinos fueron tirados al piso, en tanto los federales entraron preguntando por las demás personas que habitaban las residencias. “Nomás somos nosotros”, explicaban, a lo que los policías, respondían: “No se hagan pendejos. Dónde están los demás”. Los aterrorizados ciudadanos no comprendían y preguntaban de qué se trataba el operativo, a lo que sólo tenían como respuestas mentadas de madre y eran encañonados con rifles de asalto y pistolas.

Los policías revisaron habitaciones, closets, pasadizos, patios y todos los rincones de cuando menos cinco residencias y pidieron un listado de todos los que vivían en ese fraccionamiento e incluso tomaron fotografías de cada uno de los habitantes “por si acaso, se le ocurría hablar”

Hoy se sabe, el reporte de inteligencia de la SIEDO, había dado como un hecho que el narcotraficante estaba escondido en Punta Ballena, porque “el día 12 de febrero lo vieron llegar hasta ese lugar, acompañado de la mujer y del piloto y donde fue notable el despliegue de seguridad que había a su alrededor por lujosas camionetas que resguardaban el fraccionamiento”.

La fuga

Los vecinos del narcotraficante recordaron que la mañana del 21 de febrero, el operativo llegó hasta este exclusivo fraccionamiento, donde vieron sobrevolar dos helicópteros por la mañana y de repente entraron más de 10 camiones repletos de federales y militares, quienes se introdujeron a la residencia marcada con el número 114 y sometieron a los cuatro inquilinos, por lo que fueron detenidos y llevados a la ciudad de México.

Durante el operativo, los federales catearon la mansión y buscaron en todos los rincones a Joaquín “El Chapo” Guzmán, pero ya se había ido, según confesaron después los detenidos.

Los federales recogieron documentos y fotografías que pudieran servir de prueba para poder acreditar los vínculos del narcotraficante con los detenidos, y uno de los cuales, confesó que tenían algunas armas guardadas en un almacén sobre la calle Aguajitos, justamente atrás de la “Plaza Sendero”.

Adicionalmente, cuatro granadas fueron localizadas en la casa asegurada, las cuales fueron retiradas y destruidas por el Ejército.

Ya por la noche –del mismo 21 de febrero— el operativo federal llegó hasta ese lugar y donde no sólo catearon el almacén y un lote de autos usados, sino también algunas casas particulares donde curiosos se habían asomado a ver qué estaba pasando afuera.

“¿Qué chingados están mirando?”, reclamaban los policías a los curiosos que de inmediato regresaban a sus casas, las cuales minutos después fueron visitadas por los federales que encañonaron a los residentes y les tomaron fotografías “por cualquier cosa que pase”, según explicó uno de los afectados.

De las 7 a las 11 de la noche, los federales revisaron la zona y sacaron un par de maletas con armas y cartuchos. Los vecinos justificaron y restaron importancia: “No fue un arsenal, nomás dos maletas y llevaban armas y balas”.

Pero pese a que los agentes de la Policía Federal Preventiva, llegaron hasta tres días después a la casa del líder del Cártel de Sinaloa, el equipo de inteligencia de la SIEDO, logró saber que Joaquín “El Chapo” Guzmán, se había desplazado hacia el norte del estado.

La información que tuvieron a la mano los federales fue que “una camioneta blanca, una gris y una negra” habían salido de Cabo San Lucas a La Paz y tenían como destino primero Ciudad Constitución y después seguir al norte por otras vías.

Los federales dejaron pasar dos días (el 23 y 24 de febrero), la justificación fue que estaban corroborando toda la información, tiempo en el que llegaron más de 200 efectivos de la Ciudad de México, así como dos aviones 727 y dos helicópteros a los aeropuertos internacionales de La Paz y San José del Cabo, y el 25 de febrero, instalaron cinco filtros de revisión en la carretera La Paz-Ciudad Constitución, y donde revisaban carro por carro, mientras por aire sobrevolaban los helicópteros.

Todo este movimiento fue percibido por la población y por el capo.

Lo mismo sucedió en los tramos carreteros de Cabo San Lucas a La Paz y de San José del Cabo a La Paz. Todas las carreteras estaban prácticamente sitiadas, porque –según explicó uno de los federales a ZETA— tenían todavía la esperanza de detener al líder del Cártel de Sinaloa.

Datos recabados por este semanario, expusieron que mientras se desarrollaban los operativos en carreteras, los helicópteros sobrevolaban las brechas de tierra e incluso el operativo llegó a ranchos, campos pesqueros y hasta colonias.

Sin embargo, el criminal ya se había ido, por lo que el 26 de febrero, todo regresó a la normalidad y los agentes de la Policía Federal Preventiva, retornaron a la capital del país.

Los detenidos

Pero independientemente del resultado de este operativo, los agentes de la Policía Federal Preventiva no solamente detuvieron al piloto y a la mujer que habitaba la residencia –y la cual tenía una relación sentimental con el criminal, según versión de algunos vecinos— sino también capturaron a la camarista y hasta el mozo de la mansión.

La esposa del mozo, Omar Hinojosa, estableció comunicación con ZETA y explicó que la mañana del 21 de febrero, los federales habían detenido a su pareja sentimental y se lo habían llevado hasta la Ciudad de México en calidad de detenido.

La señora María Laura Moreno Castañeda relató que ese día su esposo se había presentado a trabajar como todos los días a la mansión 114 del Fraccionamiento “Punta Ballena” y sorpresivamente fue detenido durante el operativo.

“Hasta ahorita nadie me ha notificado nada ni me han dicho por qué está detenido, únicamente me dijeron que era sospechoso y se lo llevaron”, dijo.

La mujer explicó que el 23 de febrero pasado reportó a su esposo como desaparecido porque no llegó a su casa a dormir, pero ese mismo día, supo que lo habían detenido los federales en la casa donde trabajaba y se lo habían llevado a México.

Empero, dijo que hasta el 24 de febrero, Omar Hinojosa, se comunicó de México y le dijo que estaba detenido porque lo acusaban de ser colaborador de “El Chapo Guzmán” y que requería de cartas de recomendación y de carta de no antecedentes penales porque estaba arraigado.

La mujer siguió la instrucción de su esposo y viajó hasta la ciudad de México acompañada de su hermano: “Pero no está el Juez que nos puede dar la orden para verlo y consumar una visita y enterarme de qué los están acusando específicamente. No sabemos en qué condiciones lo tienen y, repito, y por qué está detenido”, comentó.

El mozo y su esposa viven en una colonia invadida sobre el lecho de un arroyo de nombre Caribe en Cabo San Lucas, Baja California Sur.

El lujo

Con un precio de lista de dos millones de dólares en el mercado mobiliario de este emporio turístico, la mansión que escondió por una semana a Joaquín “El Chapo” Guzmán, había registrado los primeros movimientos de gente extraña a la zona en agosto del 2011. Es un área donde los propietarios son extranjeros, mayormente norteamericanos, y las propiedades derrochan lujo.

El interior de la residencia, ubicada en el 114 de Las Residencias en el fraccionamiento Bahía de Ballenas, no desentona para nada con la fachada que asemeja una hacienda mexicana. En la entrada, dos columnas de piedra de cantera sostienen una larga reja eléctrica de 8 metros de color café, que combina con el piso todo empedrado. Al fondo un avalo funge como tragaluz de lo que es una pequeña sala, también un tobogán, alberca y el jacuzzi.

Las enormes palmeras junto con la típica flora de la región hacen lucir la piedra y las tejas que sobresalen en el techo de la residencia. A un costado una pequeña puerta de acceso dirige a la entrada principal, y antes de ingresar a la casa, grandes vigas de madera cruzan en la parte de arriba, donde unos faroles, aluzan las noches del lugar.

El césped de la vivienda está perfectamente cortado, adornado con pequeños tulipanes y una fuente de cantera. La mansión es de cuatro recámaras, 4.5 baños y vista al mar.

En el interior, el piso de mármol, resalta los muebles de rattan que están en una enorme barra de la cocina, donde muebles de caoba y el refrigerador de acero inoxidable, fueron parte de los lujos del narcotraficante. Según la versión de un agente mobiliario, el área de comida, tendría un costo de más de 400 mil pesos.

En el ala contraria al comedor, una sala con más muebles de rattan, alfombra persa, también más muebles de caoba. En el techo, un declive hace lucir las vigas de madera y una mesa de madera fina donde hay una pantalla de plasma.

Los recibos del consumo de agua, aparecen a nombre de Daniel Robles Camargo, un agente inmobiliario y presidente de la compañía Platinum Realty and Management, S. de R.L. de C.V.

Originario de Los Mochis, Sinaloa, también ofrecía la mansión de “El Chapo” en venta al igual que Juan Manuel Castañeda Valdés, dueño del negocio inmobiliario “Sea Coast Baja” y presidente de la compañía “Cabo Agave Tequila”, dos personas que directa o indirectamente tuvieron trato con los moradores de la lujosa mansión.

Consultados, algunos de los residentes extranjeros del conjunto residencial aseguraron desconocer la identidad del residente, pero admitieron haber detectado movimientos extraños porque cambiaba de vehículo constantemente.

Estaban extrañados, porque antes no habían detectado ningún mexicano en la zona, aunque su presencia sólo fue detectada por los residentes, tres veces durante los ocho meses que más o menos, tenía viviendo en el lugar.

Hoy la vivienda está incautada y en su interior hay policías y una vieja camioneta de color oro que pertenece al mozo de la residencia.

“Punta Ballena” es lujoso desarrollo turístico de 174 hectáreas y que tiene en su interior los siguientes complejos habitacionales: Las Villas, Las Estrellas, Las Residencias, Hotel “Esperanza Resorts”.

Todos estos conjuntos habitacionales son parte de un proyecto de desarrollo de villas, condominios y residencias unifamiliares, así como lotes urbanos, y están anclados al lujoso hotel “Esperanza Resorts”.

Fundado en 1999 y localizado en el kilometro 7 del corredor turístico de Cabo San Lucas a San José del Cabo, el imponente desarrollo, tiene en su interior cuatro casetas de seguridad para poder llegar a hasta cualquiera de las unidades habitacionales.

Y es justamente en el hotel “Esperanza Resorts” –y donde el hospedaje llega a alcanzar una tarifa de hasta 4 mil dólares la noche por persona– donde la secretaria de estado estadounidense pernoctó el 19 y 20 de febrero pasado, es decir, un día después de que el narcotraficante, había salido del sitio.

Admiten fuga

De todo esto, nada se había informado de manera oficial, hasta que tres semanas después, el 11 de marzo, el Subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), José Cuitláhuac Salinas, abruptamente lo hizo oficial, en Baja California Sur: “Estuvieron a punto de detener al Chapo Guzmán” y ratificada el 13 de marzo, por el secretario de gobernación, Alejandro Poiré. “Sabemos que estuvo ahí”, dijeron los dos funcionarios del gobierno de Felipe Calderón y confirmaron la detención de cuatro de sus colaboradores, entre los que se encontraba el piloto.

Aunque no reconoció el caso como mero fracaso, el titular de la SIEDO, se justificó: “Estuvimos a punto de detenerlo” y resaltó el esfuerzo del gobierno por detener a uno de los principales fugitivos del mundo desde que escapó de la prisión en un camión de lavandería en el 2001.

Todavía el 14 de marzo, el titular de la SIEDO, José Cuitláhuac Salinas, minimizó el fracaso –que gustosamente había salido a resaltar— y dijo que el incidente reforzaba la impresión de que las autoridades federales estaban cercando a Joaquín “El Chapo” Guzmán, y el cual –aseguró— podría ser atrapado antes de diciembre.

“Estamos en la vía correcta, y pronto tendremos buenos resultados para la ciudadanía sobre Joaquín “El Chapo” Guzmán”, dijo tajante y confesó en una entrevista que “sí tenían los datos del inmueble en donde el presunto narcotraficante se encontraba en Los Cabos, Baja California Sur”.

Pero una vez, más el narcotraficante se fugó a la justicia.