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Cosecha Roja. – Habían pasado apenas unos minutos del martes 29 cuando los vecinos del edificio de la calle Virgen del Valle al 100, en San Fernando del Valle de Catamarca, notaron el humo que salía del 1ºD. Al rato llegaron los bomberos y tumbaron la puerta. Adentro, María Eugenia Rojas, de 31 años, psicóloga, hija de un funcionario del Ministerio de Producción y de una docente de la Universidad Nacional de Catamarca, estaba muerta sobre su cama.

Todos creyeron que se trataba de un suicidio. Con los primeros peritajes, la hipótesis perdió fuerza. El cuerpo de María estaba boca arriba sobre las tablas de la cama, envuelta en una sábana y debajo del colchón. El asesino había iniciado el fuego con la intención de borrar sus rastros.

La autopsia reveló que la joven fue asesinada de dos puñaladas. Una en la zona del tórax y la otra unos 10 centímetros debajo de su axila izquierda. El segundo puntazo fue el golpe mortal. Cuando la encontraron, María todavía tenía el cuchillo clavado a una profundidad superior a los 30 centímetros. Presentaba golpes en la cabeza y cortes en el cuello, en el pecho y los hombros. El fuego le había desfigurado la cara. El asesino había sido puntilloso: además de la sabana que envolvía el cuerpo, había puesto una alfombra alrededor de sus pies.

Al día siguiente, el crimen ocupaba la tapa de los diarios provinciales. Se empezaron a tejer un sinfín de conjeturas. Con el final de la feria judicial, la causa quedó en manos de la Unidad Fiscal Especial a cargo de Marcelo Sago y Miguel Mauvecín. La fiscalía puso la mira en una ex pareja de la joven, aunque la lista se agrandó en los últimos días y serían ocho los sospechosos.

María Eugenia era metódica. Se pasaba 2 horas por día, todos los días, entre las 9 y las 11 de la noche, en el gimnasio de la cuadra. La gente del lugar se extrañó el martes con su faltazo. La hipótesis que se maneja es que un conocido habría llegado a visitarla. Que habrían estado tomando una cerveza y charlando hasta pasadas las 10. Por las características de las heridas, los investigadores estiman que el asesino sería una persona robusta y bastante fuerte. Sobre todo por la profundidad de la estocada mortal.

En la escena del crimen se encontraron elementos que descartan el robo: la cerradura no estaba forzada y todos los ahorros de María seguían escondidos en una bota de cuero dentro del placard. Una botella de cerveza vacía sobrevivió al fuego.

Los vecinos no escucharon ningún grito o signos de pelea. Con estos elementos la fiscalía se inclina por creer que se trataría de un femicidio.

El miércoles 30 por la mañana una multitud despidió sus restos que fueron sepultados en el cementerio privado Valle de Paz. Algunas amigas de la víctima dialogaron con el diaro El Ancasti y pidieron que la Justicia acelere su trabajo y detenga al autor del asesinato: “Se tiene que saber quién fue, este caso no puede quedar impune como tantos otros que conocemos. Se lo debemos a la memoria de Euge”.