Basta de diagnosticar violentos por TV

Sebastián Villarreal, el atacante de la bailarina Julieta Antón, debería ser evaluado como alguien que apuñaló a dos mujeres: ese es el hecho objetivo, dice la psicóloga Miriam Maidana. El caso no es un cuentito mediático de voces “expertas” que hablen de presuntas patologías y testimonios del tipo “mamá ausente = odio a las mujeres”.

Basta de diagnosticar violentos por TV

Por Miriam Maidana
13/11/2020

“Lento y firme, tiene tiempo/Para cometer otro crimen televisivo/
Crimen televisivo/ Un día en la vida de los solitarios/De nuevo en la
ronda alrededor de ¿Qué necesitan?/Alguien a quien amar”
TV Crimes/ Black Sabbath

Una chica bonita, con una modesta carrera mediática -algo del universo del Bailando, parte del staff de Tini- se gana su sustento dando clases. Tras meses de moverse en la pantalla, recibe alumnes en la academia donde dicta clases de baile. A eso se dedica: baila. Pero el martes su clase no concluyó bien: fue atacada con cuchillo por un alumno y está internada. Con menor impacto también fue herida la dueña del estudio, Sofía, que se interpuso: el agresor había dirigido su ataque a Julieta Antón, su “objeto”.

Este intento de femicidio disparó inmediatamente que las pantallas replicaran la noticia y voces “expertas” comenzaran a analizar al atacante: nos hablaron de una presunta ausencia de presencia materna (los padres no suelen considerarse importantes en las coberturas mediáticas), de una figura “predominante” (su abuela, con quien vive) y de un hermano periodista deportivo. Como con esto no alcanzaba, entrevistaron y le dieron el mismo nivel de  credibilidad a les vecines que llamaron a la policía, a psicólogxs y psiquiatras que oscilaran en hablar de él como presunto “psicótico”, “erotómano”, “obsesivo grave”, “fijado” con Julieta.

Por si alguien no lo sabe, les recuerdo que los profesionales de la Salud Mental cuando evaluamos a un consultante debemos sostener algunas pautas, entre ellas el secreto profesional. Lo hacemos en un marco determinado -la entrevista presencial sigue siendo imprescindible: no ha sido suplantada por un video o leer una noticia- y, fundamentalmente, no lo hacemos para evaluar si alguien es “culpable” y qué penalidad merecería por los actos que hubiera cometido. Nuestros diagnósticos dan cuenta de una patología -o no- que un consultante pudiera estar atravesando. Lo hacemos en un contexto de salud, ya que nuestro fin es ofrecer un tratamiento a quien lo necesite, y nos regimos por leyes específicas para nuestras actividades profesionales. No estamos del lado judicial, aunque nuestros discursos a veces pueden confundirse.

Es decir: Sebastián Villarreal debería ser evaluado como alguién que apuñaló a dos mujeres. Ese es el hecho objetivo. Lo que nos cuente -o no- de su vida, niñez, adolescencia, el casting de Tinelli y cómo se contactó con Julieta, deberíamos escucharlo de él. De otra forma no hay diagnóstico posible. Y si nos hablara, tampoco sería un diagnóstico “definitivo”, sino “presuntivo”. No sería nuestro paciente, sino alguien con quién estamos sosteniendo una entrevista.

Sabemos que ha venido siguiendo a Julieta: le ha mandado mensajes, ha tomado clases con ella en dos academias, y que llevaba un cuchillo entre sus pertenencias. No es una persona que ha sufrido un brote psicótico espontáneo, en caso tuviera un cuadro psicótico de base.

De todo lo que leí del caso, dos episodios preexistentes me llamaron la atención: una pelea en 2014 en un partido de fútbol amateur con un árbitro, frenado por uno de los jugadores, y una pelea pública en redes cuando no fue admitido por un profesor de danzas en su academia, en 2018: es decir, en ambos episodios, enfrentado con figuras masculinas, no hubo ataques a cuchillazos.

Pero muchos sabrán que en tratamientos psicológicos y psiquiátricos la historia no es tan simple: se padece, se duela, se angustia, se tramita. No es un cuentito (mamá ausente = odio a las mujeres), ¡por favor! Yo no tengo respuesta porque no es un caso que haya llevado, ni conozca más que por lo mediático, pero les pregunto a ustedes: ¿qué piensan de la facilidad con la que llevó a cabo el ataque a dos mujeres y la diferencia con los mencionados episodios anteriores? Desde el trabajo en Género lo que puedo decirles es que las mujeres seguimos siendo blancos más fáciles: de acosar, de atacar, de matar.

A mí no me sirve una estadística muy difundida: “Un 38% de mujeres fueron acosadas por redes sociales”. Espero que a ustedes tampoco: si esto sucede, denuncien. Expongan. Y no minimicen: esto no refiere solo a patologías de base, contextos de crianza y tratamientos no realizados. La ecuación sigue siendo de poder: ataco y mato porque puedo.

Y Julieta sigue siendo citada como “la que no hizo nada para que él se obsesionara con ella”. Una vez más, la víctima debe “explicar” que no, que no fomentó, que no alentó. En este caso -lo celebramos- está fuera de peligro. Pero podría haber una foto más en una marcha.

Miriam Maidana