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Por Daniela Fernanda

Tenía 17 años y estaba embarazada producto de abusos por parte de mi ex, con quien ya tenía una hija desde mis 15.

Cuando me enteré del embarazo tenía una perimetral recién tramitada. Fui a denunciar a la comisaría de la mujer y la familia. El oficial que me atendió me dijo que  no podía denunciar: como yo convivía y estaba aún en pareja cuando se produjo el embarazo, a pesar de que yo no accedí, eso le daba mi consentimiento.

Comencé a buscar por internet métodos abortivos. Contacté con una página de una supuesta clínica. Había un sistema de chat online, mediante el cual me dieron una cita para concretar la intervención. Fui. Me encontré con dos mujeres en una especie de oficina donde también hacían “tratamientos de belleza”. Me hicieron pasar a un cuarto, me mostraron videos de supuestos abortos donde los fetos ya tenían brazos y piernas. Me mostraron videos de mujeres deprimidas e historias de suicidios post aborto, y me entregaron un “feto de yeso” en escala real según mi gestación. Yo estaba de 10 semanas.

Luego de esto me hablaron de una iglesia. Supuestamente ellas eran psicólogas que hacían esta labor a voluntad para ayudar a las mujeres como yo. Me prometieron seguimiento y buscar una familia para mi bebé. Me convencieron de darlo en adopción.

El día del parto me acompañaron al hospital. Fue un parto prematuro debido a mi mala nutrición y mi estado depresivo. El bebé nació dentro del auto mientras mi otra hija de menos de 2 años observaba todo. Me dieron los papeles para firmar, se llevaron a mi hija mientras yo quedé internada. Al día siguiente les pedí que trajeran a mi hija, firmé mi alta voluntariamente y me retiré. En shock, deprimida, sin atención médica ni un seguimiento adecuado.

Nunca más supe de esas mujeres.

Una semana después me arrepentí, pero siendo menor de edad no podía hacer nada. Así que volví al lugar con mi mamá, quien no estaba enterada de nada hasta el momento, ya que yo vivía con mi ex y al separarme me quedé con una familia amiga. Firmamos unos papeles en donde mi mamá se hacía responsable de mi hijo hasta que yo me estabilizara.

Por fortuna pude recuperarme y supe criar a mis hijos sanamente y con amor. Hoy mi hijo tiene 5 años y mi hija 7. Pero ¿cuántas mujeres son abandonadas a su suerte en situaciones similares? Acechadas y manipuladas, nos impiden elegir y nos vemos forzadas a realizar actos que no queremos. Estas mujeres me forzaron a abandonar a mi hijo. No pude abortar cuando quise y luego me vi obligada a parir. El trauma que me generó esta situación me impidió actuar como hubiese querido.  Me arrepentí, pero no de haber pensado en abortar, si no por no saber qué pasaría con esa criatura sin mí.