Aborto legal ¿y ahora?: que la ley llegue a cada rincón de la Argentina

“Una ley desconocida por sus beneficiarias es una ley que no existe”, opina Mabel Gabarra, pionera y referenta de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Desde Rosario, la ciudad con mortalidad cero por abortos clandestinos, reflexiona sobre la lucha de los últimos 15 años y pone en el futuro a la separación de la Iglesia del Estado.

Aborto legal ¿y ahora?: que la ley llegue a cada rincón de la Argentina

15/01/2021

Por Mabel Gabarra, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito

Hemos logrado el objetivo. Dentro de unos días la ley 27610 de Interrupción voluntaria del embarazo va a regir en todo el territorio nacional. La lucha de muchos años del feminismo y los quince años de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito han logrado su propósito expresado en “Aborto Legal para no morir”. Falta todavía mucho para que la primera frase de este lema sea una realidad, “Educación Sexual para Decidir”. Tenemos ley desde 2006, pero sigue sin aplicarse en muchas provincias, algunas incluso con declaraciones sumamente preocupantes. Y no podemos afirmar que “anticonceptivos para no abortar” sea también una regla en todo el país.

La emoción y la alegría de haber conseguido la legalización del aborto a partir de una Campaña, federal, que cuenta con la participación de mujeres de todas las provincias, de todas las franjas etarias. Una Campaña que persiguió siempre la concreción de un derecho fundamental a la vida y la salud, a la autonomía y la decisión sobre su capacidad reproductiva, un derecho que consideramos fundamental a la hora de hablar de justicia social e igualdad entre los seres humanos. En la actualidad no podemos hablar solo de mujeres, también los trans pueden gestar, por eso se amplían los derechos a toda persona con capacidad de gestar.

También queremos destacar que, en las inmensas movilizaciones realizadas a partir del 2015, motorizadas por el Ni Una Menos y la Campaña, el protagonismo de las pibas, las niñas, las jóvenes ha ido creciendo en esa increíble marea verde. Y se ha logrado una articulación democrática y federal que ha vuelto realidad la interseccionalidad tan necesaria.

No podemos desconocer que los Encuentros Nacionales de Mujeres, que son en realidad desde 1986 la Asamblea anual de los movimientos de mujeres, se han ido enriqueciendo a partir de los años con la presencia de lesbianas, travestis, trans, no binaries, originarias y afros que reclaman ser reconocidas en el nombre y en los debates que se originan en su interior.

En ese aspecto, podemos destacar el ENM de Rosario en 2003 como el acontecimiento iniciático de la Campaña, del pañuelo verde como su símbolo y de la iniciativa de hacer por primera vez tanto el Taller de Estrategias como la Asamblea por el Derecho al Aborto. De esa Asamblea es imposible no recordar la presencia insoslayable de una pionera que nos ha dejado en el camino, Dora Coledesky, así como tantas otras compañeras como Liliana Chiernajosky, Cecilia Lypsick, Laura Bonaparte y, recientemente, Mirta Manzur, la Chola, de la ciudad de Santa Fe. Las recordamos permanentemente por su compromiso y su entrega.

Luego vino la aprobación de la creación de la Campaña en el ENM de Mendoza de 2004, la reunión de Córdoba y la puesta en marcha del 28 de mayo de 2005, la marcha del 25 de noviembre de 2005, la entrega de firmas, la redacción de proyectos de ley, su presentación en el parlamento, la pérdida de estado parlamentario cada dos años, las nuevas redacciones de los proyectos para adecuarlos a las reformas legislativas que iban surgiendo.

En 2018, un presidente que estaba en contra, al que le hicimos el primer paro desde su asunción, habilita por fin el debate. No tuvo sanción a pesar de haber sido aprobada por la Cámara de Diputadxs. Esa derrota no nos venció, seguimos trabajando y logramos redactar un nuevo proyecto con los insumos logrados durante los debates. Presentamos por fin nuestro último proyecto el 28 de mayo de 2019, vinieron las elecciones y un nuevo gobierno asumió en diciembre, con un candidato que prometió en su campaña legalizar el aborto y cumplió.

El ejecutivo presentó un proyecto con muchas coincidencias y algunas disidencias con el nuestro. La más importante fue la incorporación de la objeción de conciencia, que nosotras considerábamos que estaba siendo utilizada para obstruir la práctica. Sin embargo, el hecho de que fuera el oficialismo quien lo presentara tuvo una influencia notable a la hora de lograr la aprobación en las dos Cámaras.

La pandemia paralizó el país, pero nosotras no paramos, seguimos exigiendo, estuvimos siempre presentes, virtualmente y en la calle para exigir la ley.

Ahora tenemos la ley, que empezará a regir en todo el país en unos días, llegamos a la meta en la primera etapa. Ahora empieza otro camino, el de exigir que se conozca en cada lugar del territorio nacional, porque una ley desconocida por sus beneficiarias no existe. Necesitamos que su incumplimiento sea denunciado y que tenga consecuencias administrativas, económicas o jurídicas para quienes lo hacen. Es un largo camino, pero tiene miles y miles de caminantes que irán tomando la posta cuando sea necesario.

Una de las canciones más escuchadas en las movilizaciones proclama que el “patriarcado se va a caer”. Su debilitamiento paulatino desde hace un siglo y medio por la acción de los movimientos feministas en el mundo entero y su imponente crecimiento en los últimos años genera esperanzas. Pero no podemos desconocer que sus bases están sostenidas por instituciones muy fuertes. La feminista contarricense Alda Facio (Cuando el género suena cambios trae, 1992) las enumeraba: la familia patriarcal, las ciencias ginopes, la maternidad forzada, la heterosexualidad obligatoria, la historia invisible, las religiones misóginas, las violencias contra las mujeres, y algunas más. Es evidente que cuarenta años después se ha avanzado en todas estas cuestiones, pero también lo es que estamos lejos de una transformación que implique la caída de un sistema milenario, sostenido por un gran porcentaje de la población, incluso de quienes son lxs principales perjudicadxs por su vigencia.

Una cuestión resulta fundamental: que las religiones no tengan la influencia y el poder que tienen sobre los gobiernos. Es necesario respetar la libertad de cultos, que cada persona crea en lo quiera, o que no crea en nada y que sean respetadas por igual. Es intolerable que un gobierno y un Estado sigan manteniendo económicamente una iglesia y respete sus autoridades como si hubiesen sido elegidas por todes. Es por eso que es imprescindible avanzar en un Estado independiente de todas las iglesias y respetuoso de la libertad de religión y de conciencia de toda la ciudadanía.

Hay mucho por hacer en nuestro país y la región. Seguiremos trabajando, militando por sociedades más justas e igualitarias, sabiendo que la victoria no está a la vuelta de la esquina, pero que la insistencia y la persistencia más temprano que tarde rinden sus frutos.

*Mabel Gabarra es una de las pioneras de Argentina en la pelea por la interrupción voluntaria del embarazo. Forma parte de Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito Regional Rosario y fue integrante de la Comisión Redactora del proyecto de IVE presentado en 2019. En la promulgación de la ley fue una de las referentas mencionadas como pionera en la lucha por el aborto legal.