Federico Schirmer – Cosecha Roja.-

Damián Alejandro Sepúlveda era el único varón de la familia. Hace seis años dejó la casa materna en Mar del Plata y se mudó a General Madariaga, en la provincia de Buenos Aires. El domingo a la mañana, cuando volvió de bailar, se sentó en el cordón de la vereda a tomar una cerveza. Llegó un patrullero y se lo llevó detenido. A la tarde, apareció muerto en un calabozo. En la comisaría del pueblo dijeron que se colgó de una reja y murió ahorcado con su propia remera. Ni su padre ni su hermana mayor, Teresa Tissera, sargento en la seccional 15 de Mar del Plata, creen la versión oficial: “A mi hermano lo mataron en la comisaría. No hace falta ser perito para darse cuenta que es imposible que un chico de 90 kilos se ahorque con una remera”, dice Teresa, convencida.

La familia de Sepúlveda contó que hace dos años en la misma comisaría apareció otro joven muerto en circunstancias sospechosas. El lunes 14, los vecinos de Madariaga se manifestaron en la puerta de la comisaría para pedir que se esclarezca el hecho. La policía lanzó gases y balas de goma contra la multitud, que terminó apedreando la comisaria, la fiscalía y la Municipalidad. “No estoy nada de acuerdo con la violencia. Quiero que se limpie el nombre de mi hermano y los responsables de su muerte vayan presos”, dijo Teresa.

Damián no dejó la casa materna en Mar del Plata por gusto. Él vivía con su madre y sus hermanas en una casa prestada. Teresa dice que tuvieron que dejarla después de que entrara a la policía porque les robaron todo y era peligroso seguir en Las Américas siendo uniformada. Terminaron en una iglesia, viviendo de prestado. Damián se fue a Madariaga a vivir con Jorge, su padre. Primero le apuntaron al campo, pero la cosa se puso dificil y terminaron trabajando de pintores en Pinamar. Damián soñaba con hacerle una casa a su madre para que se mudara con él.

Teresa es la más grande de sus 7 hermanas. Tiene 35 años. A los 29 entró en la Policía Bonaerense. Desde chica supo cuál era su vocación: “Me gustaba el uniforme. Los veía como héroes, las personas que me iban a salvar si pasaba cualquier cosa”. El domingo  la noche estaba cenando una tarta de verdura con unos amigos en su departamento de la Avenida Colón y Arenales, en Mar del Plata, cuando sonó el celular.

-El Dami se ahorcó- le dijo una de sus hermanas. Y cortó.

Según contó Teresa, la familia de Damián todavía no tuvo acceso a la causa ni a los resultados de la autopsia.

-No pudimos ver el cuerpo. Fuimos a la comisaria a las 2 de la mañana. Había una chica que estaba en la mesa de entrada y un hombre tirado en un sillón, dormitando. Jorge se presentó: “Nosotros somos los familiares de Sepúlveda, el chico que mataron en esta comisaria”. El tipo, sin moverse del sillón, le dijo, irónico: “¿Qué matamos acá? Bueno yo no me voy a poner a discutir con usted”. Ahí me presente como oficial, pidiéndole que me trajera a un superior para que me explique la situación. Me dijo, sin moverse de donde estaba: “El jefe está en la calle en un operativo vial”- ¿Un operativo vial en Madariaga a las 2 de la mañana? fue lo que se preguntó Teresa.

-¿Nadie de la comisaria les explicó qué había pasado?

–Después que le dije al tipo que seguía tirado en el sillón: “Yo tengo toda la vida para esperarlo acá” apareció un hombre vestido de civil. Nos hizo pasar a la oficina y nos dijo que era el jefe de la comisaria. Nunca nos dio su nombre. Y me repitió: “El occiso estaba causando disturbios en la vía pública, se resistió al arresto y le encontramos un arma blanca. A la tarde apareció colgado en el calabozo. ¿Colgado? ¿Resistirse? Tengo testigos con nombre y apellido que lo vieron entrar a la comisaría en cuclillas y chorreando sangre. Nos dijeron que el cuerpo estaba en Pinamar y después resulta que era en Lomas de Zamora. El subcomisario Serafini, que estaba de turno cuando murió mi hermano, nunca apareció para dar ninguna explicación.

-¿Qué le provoca saber que compañeros de fuerza podrían ser los responsables de su muerte?

-Me siento muy rara. Formo parte de la policía para proteger a la gente, no para matarla. Y que algún compañero haya acabado con la vida de mi hermano me genera un dolor inmenso. No sé si quiero seguir formando parte de la fuerza de seguridad. No sé si alguna vez voy a volver a subirme a un patrullero con un arma en la cintura. Pensar que tal vez comparta mis días con los asesinos de mi hermano me genera una sensación difícil de explicar.

-Hay dos versiones: la policía dice que lo detuvo por causar incidentes y los vecinos lo niegan.

-Hay dos testigos que dicen que mi hermano nunca tuvo un cuchillo. La dueña del almacén dice que estaba en el cordón tomando una cerveza. Que no se resistió al arresto. Otros dicen que lo mataron a trompadas en la calle Buenos Aires. Yo no sé si entró vivo a la Comisaría. ¿Por qué no nos permitieron ver el cuerpo? ¿Qué es lo que estaban ocultando?