El público lo observa. La pasarela se abre y Dave Castiblanco sale imponente con collares o corbata, camisa o blusa escotada. Desfila como él o ella: es un modelo andrógino y se identifica con ambos sexos. Ya no sufre de depresiones, y cuando está en escena los ojos de los espectadores se fijan sobre lo que viste, y no sobre lo que es o no su cuerpo. Es inmune a las miradas, las mismas que en la calle y en el colegio lo han discriminado llamándolo “loca” y “mariquita” y le han prometido “enseñarle dónde es su lugar”.

 

No le importan los comentarios tóxicos que ocasionalmente recibe en un bus de Transmilenio. Desde el día en que su familia le dijo que no había razones para rechazarlo porque había sido criado con buenos valores, dejó de preocuparse por el mundo que lo juzga. La primaria había pasado desapercibida, pero la experiencia de exclusión en el bachillerato lo llevó a contarle a su mamá que era un hombre con orientación homosexual. Más adelante su identidad de género sería la de una persona andrógina.

“Dave es muy extraño, no se ensucia el uniforme, no le gusta el fútbol y se la pasa con las niñas”, se escuchó al otro lado del teléfono. La escuela se comunicaba con su mamá para advertirle que algo “raro” pasaba con él. Tenía prohibido dejar que su cabello creciera, de vez en cuando tenía que ir a la oficina de psicología, y en las clases de religión la homosexualidad era definida como una manifestación satánica. “Me hicieron creer que era una persona inferior sin nada que contar o decir”, recuerda.

Esta semana, siete años después de esos episodios, aterriza en Colombiamoda, en Medellín, y sube un peldaño en su carrera que sueña culminar en urbes europeas como Londres o Milán, de la mano con diseñadores como Thierry Mugler y Jean Paul Gaultier. Su presencia en las pasarelas es la continuación de una revolución silenciosa que inició hace un par de años el primer modelo andrógino del país, Ricardo Domínguez. Quieren derrumbar los estereotipos y mostrar nuevas estéticas. Y la moda se ha convertido en el mejor campo de batalla, porque “no tiene género y por eso le ha abierto el camino a personas andróginas y trans”.

El evento más importante de la moda en Colombia, que vende más de US$340 millones, empezó el martes y terminar este jueves. Espera más de 20 mil visitantes y Castiblanco estará el miércoles desfilando para la marca Kitter y para los nuevos talentos (la colegiatura).

Modelo andrógino

Desdibujando los moldes

Cuando Castiblanco llega a un almacén con su mamá los reciben con un “buenos días, bienvenidas”. En la noche tal vez entre a un bar y las mujeres lo admiren asumiendo que es hombre o en la calle un conductor le pite. No le sorprende la confusión de quienes dudan en tratarla como hombre o mujer. “Si no me conociera puede que yo también entre en conflicto al verme. Es normal y por eso no voy a revictimizarme. Que me traten como cualquiera de los dos, pero con respeto. Lo importante es que nosotros somos reales, pero hay gente a la que le cuesta lidiar con eso”, dice.

Se identificó con la androginia gracias a una amiga que lo invitó a posar para unas fotos de su tesis de “Mercadeo y comunicación de moda”, en LaSalle College. “Empiezas a posar como hombre y terminas como mujer. Es algo muy andrógino, como tú”, le explicó su compañera. “Es cierto, soy muy andrógino”, respondió para sí mismo Dave.

Nunca quiso ser una mujer, ni hacer un tránsito de género. “Soy un hombre, pero anormal para muchos, porque para la sociedad heteronormativa si no eres un ser violento no eres hombre”, aclara mientras arregla su cabello liso, a la altura de la cintura. Hace un año trabaja para la agencia Stock Models.

Modelo andrógino

Su abuela, con quien no fue vital conversar sobre su identidad, se ha convertido en su admiradora. Tiene una colección personal de cada publicación, photo shoot y desfile en la que registra su nieto. Las mujeres han sacado adelante a esa familia, así que desde pequeño supo que ellas no son sumisas. Su mamá fue cabeza de familia (como sucede en el 36,4% de los hogares colombianos), y trabajando como psicóloga costeó los estudios de su hijo.

Gracias a ella, Castiblanco se formó en la Academia de Artes Guerrero, donde criticó al ballet clásico por imponer roles de género y se quedó con la danza contemporánea que, según él, no encasilla los movimientos en femeninos o masculinos.

Con esta visión Dave Castiblanco aparece esta semana en Colombiamoda con sus 1,73 metros de altura. Dirá desde allí que es más que un modelo andrógino: es un bailarín profesional, su meta es Europa, es hijo de Marta, es nieto de Lucía y que la moda es la mejor prenda para derrumbar estereotipos.

* Este artículo se realizó en el marco de la Beca Cosecha Roja. Fue publicado también en El Espectador

Foto: Cortesia